Una bota tres ZZZ

Fernando Quintriqueo  enciende la lámpara de gas con calma y se sienta torpemente en una de las sillas de la cocina. Todavía lleva las perneras de lana de oveja puestas y en su camisa se dibujan restos de sangre de la matanza.

IMG_0616-mapuches2012Su esposa pone a hervir agua en la cocina de leña y coloca un pan recién amasado en el horno.

Pronto silba la tetera y tomamos mate. Fernando esta cansado, el día comenzó temprano como todos en las tierras de los Quintriqueo. Los terneros , la leña, la huerta, los caballos y por la tarde, tocaba matanza de chivo.

Mientras sorbe lentamente el mate, me cuenta que a sus abuelos los echaron de esas tierras por ser Indios.» Los largaron al monte, sin nada…pero ellos volvieron». Fernando nació allí, su padre hizo de matrona en su nacimiento. Y el a su vez, ayudó a dar a luz a todos sus hijos. Pero un día a las siete de la mañana, llegaron los milicos(policía) con camiones , jueces, armas y los echaron. Su hija les tiene pánico desde entonces. Jamás pudo olvidar la pesadilla.

Fernando observa la vida desde debajo de su gorra. De pequeño le aconsejaron no mirar de frente a los winkas (los blancos). Le enseñaron que no debía hablar su lengua, mapudungun  y que no era mapuche. Entonces tenia miedo, ahora ya no.

Tuvo amos blancos. Durante años fue domador de caballos y mapuche en silencio.

Pero un día decidió seguir  luchando por lo que por ley le pertenecía y junto a José Quintriqueo, hoy Werken(autoridad) de la comunidad, decidió reanudar la recuperación del territorio. Acampó de nuevo en su propiedad, solo. Los milicos lo custodiaban día y noche. Paso duros inviernos durmiendo al raso y andando descalzo como buen mapuche. La familia le llevaba comida y ropa y el a cambio, resistía.

«Los milicos se morían de miedo por las noches. Decían que oían ruidos ja ja.. «. A veces venían a calentarse al fuego conmigo, o venían a buscarme para jugar al truco y me decían.: Fernando…ríndete ya.. y yo les decía… Yo sólo lucho por una tierra para los míos, que por derecho ancestral es mía. Los blancos me la quitaron por el simple hecho de  ser Indio, a cambio de darme nada».

«Y aquí seguimos, trabajando el ganado, la tierra…y cuidando el monte».

«Ahora ya no tenemos miedo, ya no, si estamos todos juntos, ya no hay porque temer».

El tiempo parece haberse detenido en la cocina centenaria de los Quintriqueo. El gato duerme tranquilo al calor de la lumbre. Fernando toma la bota de vino marca tres zzz que cuelga de un clavo y me ofrece un trago.

-Mañana, me dice…te llevaré a los territorios recién recuperados. Allí están los chicos cuidando el campamento para que no entre nadie. Tenemos que mirar por el futuro del ganado. Nos han quitado ya demasiados pastos.

Fernando se levanta torpemente y me abraza. Sin soltarme me mira fijamente a los ojos y me dice

– Espero que vuelvas…volverás verdad?

–Volveré Fernando, seguro que volveré y prometo traerte una bota nueva…sabes que las fabrican en Pamplona?

Fernando ríe y me abraza de nuevo.

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