Sofía Antreau es Mapuche. Nació y se crió a orillas del lago Correntoso, un paraíso natural en el que vivía con su comunidad hasta que las balas de un ejército sin escrúpulos les arrebataron la vida a muchos y el territorio a todos.
-Cuentan los mayores que llegaban quemándolo todo. Violaban a las mujeres, les cortaban los pezones y cometían todo tipo de aberraciones con ellas. Dice Sofía mientras su mirada se pierde en el lago.
Pero los Mapuches lejos de darse por vencidos, volvieron a ocupar sus territorios. Sofía recuerda la miseria que pasaban y las continuas extorsiones con las que creció.
-Una mañana, mi madre me mandó a comprar hueso para hacer sopa. El carnicero al verme entrar, corrió hacia mi y comenzó a tocarme los pechos…siempre era así..
Los mapuches éramos gente inculta a la que se podía atacar y burlarse de nosotros. A mi mama la engañaron. Un juez le hizo firmar la escritura de una propiedad a nombre del juez, y nosotros ignorantes no nos dimos cuenta del engaño.
…A mi tío el pobre…lo emborrachaban y cuando estaba ya muy tomado, le untaban el pulgar con tinta sobre documentos de propiedad a nombre de otros. Pero ahora los mapuches hemos cambiado. Ya no somos ignorantes, sabemos de leyes y luchamos por lo que nos pertenece. No queremos seguir siendo invisibles.
Sofía me recibe cuando los primeros rayos del sol iluminan el lago. La paz que ella transmite es directamente proporcional a la paz del lago Correntoso. Viste el atuendo típico mapuche el chamal (vestido negro ) y el trarilonco (una cadena de plata con medallones rodeando su cabeza).
Con amabilidad infinita me permite entrar en su ruca (casa) y allí me cuenta que está cansada de luchar. Es la única resistente que queda en el lago, a los demás los echaron con violencia. No hace mucho que tuvo que encadenarse a un árbol ante la llegada de la policía.
Sofía tiene un acuerdo con el consejo de Parques Nacionales por el cual tiene permiso para regentar una pequeña cabaña en la que vende artesanía, bebidas y alquila canoas para los turistas. Todo ello con delicadeza infinita para preservar la belleza de su apreciado lago.
Sin embargo, de poco sirven los acuerdos cuando hay grandes empresarios dinero en mano, dispuestos a todo para tener en su poder un paraíso y explotarlo.
Si nada lo impide, Sofía se verá obligada a entregar su medio de vida, su negocio, a las autoridades .
-Eso si, dice apretando los puños. -De mi ruca (casa) a mi no me sacan si no muerta. Nos lo han quitado todo…
Sofía ayuda a todo el que se lo pide. Muchos acuden a ella para buscar alivio emocional. Ella se sienta en la arena del lago y los escucha, medita con ellos…
Cada mañana le pide permiso al lago para emprender un nuevo día. Lo acaricia, lo besa, lo mima…
Su sueño sería hacer una ruca (casa) mas grande en la que poder recibir a quien quisiera saber de sus conocimientos naturales y vender en ella las artesanías que hace. De momento, se conforma con que la dejen estar y mira de reojo cada rato comprobando que los coches que se acercan no llevan escudo policial.
El sol comienza a calentar tiñendo el agua de un azul intenso. Sofía mira la nube de cenizas del volcán Chileno que un día mas se acerca a cubrir la belleza del lugar de gris. –Esto que ha pasado es bueno…la ceniza purifica. Hemos perdido turistas si, pero y que…si sirve para que aprendamos que la tierra nos está hablando y debemos escuchar.
Gracias Maite, por enseñarnos esa realidad tan dura que nosotros no llegamos a ver si no es por gente que trabaja como túi lo haces. Una realidad tan inimaginable para los que vivimos en éste otro lado del mundo tan material……..Gracias y recibe mi felicitación.
es muy real y muy verdadero el articulo. Desgraciadamente a los indigenas Mapuches a y todas las etnias originarias de este planeta se les ha tratado con poco respeto por parte de nuestra cultura occidental, deberiamos aprender mas de su sencilles y sabiduria.