Siempre me ha interesado la gente mayor. Me fascinan las vivencias que esconden sus ojos arrugados y algo distantes, y me sobrecoge la manera en que se iluminan cuando recuerdan el pasado con mezcla de nostalgia y amargura por la dureza sufrida.
Ayer visité uno de los lugares mas tranquilos si cabe del campo de refugiados número tres. La residencia de ancianos.
Alrededor de un patio rectangular lleno de árboles, se disponían las habitaciones sencillas pero con todo lo necesario. De sus puertas abiertas comenzaron a asomarse amables caras que no dejaban de sonreír y desearme bendiciones.
Siempre se dice que en la última etapa de la vida las personas alcanzan una serenidad incomprensible en otros momentos de su existencia, pues bien, estos ancianos sin duda superan todo pronostico. Sus caras irradian felicidad y sosiego, pese a la dureza de sus existencias. Pese a haberse visto forzados a huir del paraíso de cumbres nevadas y lagos de azul infinito, y cambiar su horizonte por inmensas llanuras de tierra seca y calor .
Y pese a todo la felicidad y el agradecimiento hacía India les inunda el alma.
Mientras los observaba a través de mi lente, no dejaba de pensar en las amargas vivencias que tuvieron que pasar. Muchos de ellos huyeron cruzando las montañas mas altas de la tierra sin equipos de montaña ni ropas térmicas. Sin comida ni agua.
Muchos de ellos todavía hoy, convertidos en ciudadanos de tercera en su propio país; Tíbet ( ahora convertido en urbe contaminada de monopolio Chino) deciden desprenderse de lo que mas quieren, sus hijos, y los mandan de manera clandestina a Dharamsala( India) ciudad donde vive exiliado el Dalai Lama desde hace 50 años. Arriesgan la vida de sus hijos por la impotencia de no poder ofrecerles nada mejor, con el dolor de saber que quizás nunca mas los vuelvan a ver.
Estos ancianos que hoy me agradecen la visita, terminarán sus días en tierras Indias, cerrando los ojos a un mundo que fue cruel e injusto arrebatándoles su tierra, su paz y sus sueños, y lo harán sin una pizca de odio hacia el.
Sin duda no consiguieron quitarles, su infinita bondad.
Nota: La asociación «Amigos del Orfanato Estrella de la Mañana» colaboró con esta residencia de ancianos mirándoles la vista y regalándoles gafas graduadas.Sin embargo todavía quedan muchas personas dentro de los campos de refugiados necesitados de gafas.